Los modelos de color RGB y CMYK son dos sistemas de impresión que ofrecen resultados finales muy distintos según se utilice uno u otro. En este post te explicaremos las diferencias y usos óptimos de cada sistema.
Dos modelos de color diferente
Los profesionales de la impresión saben que es fundamental cuidar el correcto acabado de los colores para lograr una impresión de calidad y que se ajuste a lo que el cliente pide. En ocasiones, los clientes no tienen muy claros los conceptos de RGB y CMYK, y la importancia de elegirlos correctamente para que su producto final sea exactamente igual al que encargó a la empresa de impresión.
La principal diferencia radica en el cambio cromático que a veces sufre el producto impreso con respecto a lo que se veía en la pantalla del ordenador. Esta diferencia se basa en el paso de un modelo de color RGB a uno CMYK.
Modelo RGB (red, green and blue): formado por el rojo, verde y azul. Basado en la síntesis aditiva, es decir, se van añadiendo y mezclando colores hasta conseguir cualquier tono. La mezcla de los tres resulta en el color blanco, y es habitual en las pantallas de televisión y ordenador.
Modelo CMYK (cyan, magenta, yellow, key black): formado por el cyan, magenta, amarillo y negro. Este modelo se basa en la síntesis sustractiva, es decir, que estos cuatro colores se van mezclando con diversos porcentajes de cada uno para conseguir cualquier tono. Por ejemplo, si se utiliza el color magenta al 100%, el resultado de la impresión será solo magenta. Es el modelo empleado habitualmente en los trabajos impresos.
Diferencias entre RGB y CMYK
Una vez explicados ambos modelos de color nos damos cuenta de que la principal diferencia entre ambos es que, mientras que el RGB se verá perfecto en la pantalla del ordenador, si lo imprimimos en CMYK no tendrá los tonos exactos al 100%. Ignorantes de nosotros estudiando los colores en el cole pensando que teníamos el mundo conquistado ¿verdad? 😜.
Por muy buena que sea una impresora, si hacemos este cambio no veremos lo mismo, pues estamos utilizando diferentes criterios de color que pueden ser demasiado visibles en trabajos muy cuidados o específicos.
Ambos modelos tienen sus ventajas e inconvenientes. Por un lado, el RGB permite la reproducción de miles de colores, mientras que el CMYK es mucho más estricto a la hora de la impresión. Es por ello que será necesario que a la hora de imprimir un archivo, este se pase previamente de RGB a CMYK.
Por otro lado, el CMYK tiene una dificultad, la de reconocer correctamente el color azul y algunos rojos oscuros, por lo que el cuidado al trabajar con estos tonos debe ser máximo.
Entonces, ¿cuándo debo usar cada uno?
Para concretar:
- Si el archivo está pensado únicamente para ser visionado en una pantalla (hablando de pantallas, en cuanto dejes de leer este interesantísimo artículo ya es hora de descansar un poquito la vista 😂), el modelo correcto a utilizar es el RGB. Esto es debido a que los píxeles de la pantalla están compuestos por tres unidades de luz, una para el rojo, otra para el verde, y otra para el azul, que ofrecen la luminosidad perfecta para este modelo de color.
- Si, por el contrario, se trata de un proyecto gráfico hecho para ser impreso, el modelo de color más recomendado es el CMYK. Para ello, la mayoría de los programas digitales están adaptados para realizar la conversión desde RGB.
- Deberás tener en cuenta que, en el caso de que conviertas un RGB a CMYK, no habrá ningún problema. Sin embargo, si un archivo en CMYK es reconvertido a RGB, no tendrá los colores exactos que la primera versión.